
1.- El inicio de la solución.
Poco a poco se comienza a materializarse la solución para todos aquellos “avalistas forzosos”, que, actuando en un contexto de consumidores y usuarios, fueron incluidos como condición sine qua non por las entidades bancarias, para que sus familiares o allegados pudieran adquirir la financiación deseada.
Sentencias por todo el territorio nacional empiezan a permitir la salida de estos “avalistas” que fueron incluidos como garantes, desconociendo realmente el alcance de su vinculación con la entidad bancaria. En el actual post, solamente nos centraremos en aquellos avalistas que se configuran en un contexto de consumidores y usuarios, aunque como veremos en futuros post, también hay posibilidad de que los otros “avalistas” se desvinculen de sus respectivos préstamos.
2.- El problema de los avalistas: el desconocimiento de la obligación a la que están vinculados con la entidad bancaria y de los beneficios que renunciaron sin conocerlos.
Desde “avalistas” que pensaban que solo estarían ligados al préstamo durante “x” años tras amortizarse un % determinado de dicho préstamo, hasta “avalistas” que directamente desconocen que deberán afrontar el pago íntegro, incluso antes de agoten los bienes del deudor hipotecario (titular del préstamo).
El mal denominado “avalista”, cuando realmente estamos ante un fiador en un contexto de préstamos/créditos, desconoce que su figura ha sido desvirtuada por la entidad bancaria a partir de la inclusión en forma de renuncia de sus beneficios-derechos (excusión, división y orden). A estas alturas muchos lectores se preguntaran a qué están obligados respecto su condición de “avalistas”.
3.- ¿Hasta qué punto estoy ligado con la entidad bancaria y de qué estaría obligado a responder en un hipotético escenario?
Lo más seguro es que, desgraciadamente si eres “avalista” formes parte de una escritura de préstamo hipotecario/personal dónde en su redacción figures como fiador solidario con renuncia a los derechos excusión, división y orden. ¿Qué significa este hecho? Que prácticamente estás al mismo nivel de responsabilidad que el propio titular del préstamo hipotecario/personal y que respondes por la totalidad de la deuda que este titular no pueda asumir. Desde la experiencia, nos hemos encontrado con todo tipo de casos:
- Entidades bancarias o empresas que han comprado el derecho de crédito de éstas frente a ti, reclaman el pago de las cuotas impagadas a los “avalistas” directamente.
- Embargos en procedimientos de ejecuciones hipotecarias a los “avalistas” antes de liquidar todo el patrimonio del hipotecante deudor (titular del préstamo).
Cada caso deberá de ser examinado para determinar si el “avalista” vinculó todo su patrimonio o tan solo un inmueble (que en muchos casos era su vivienda habitual) pero en cualquier caso si eres avalista estás corriendo un riesgo. Eso seguramente ya lo sabías, ¿pero conoces realmente hasta dónde llega ese riesgo y el grado de vinculación con la entidad bancaria?
Con el presente post, pretendemos que quien sea avalista realmente sea consciente y conocedor de los riesgos que soporta y del alcance de su vinculación, para que así pueda anticiparse rápidamente ante cualquier contratiempo.
4.- ¿Qué opciones tengo para desvincularme como “avalista” de un préstamo hipotecario/personal?
Actualmente el clausulado que regulaba la figura del “avalista” puede ser declarado nulo por abusivo y en consecuencia, ser expulsado de la regulación de la escritura del préstamo, desvinculándose así el avalista completamente.
Podrían beneficiarse desde personas que fueron incluidos forzosamente como a avalistas para un préstamo al consumo de sus allegados (normalmente préstamos hipotecarios para adquisición vivienda habitual), hasta avalistas respecto préstamos de empresas de familiares o allegados, que no tienen ninguna vinculación al uso con estas mercantiles y su objeto social.

Desde BBS ABOGADOS siempre recomendamos que en temas bancarios y financieros se conozca realmente el alcance de la operación que se realiza y las obligaciones a las que puedes estar vinculado en determinados escenarios. Una buena defensa siempre es más solida y coherente si desde el primer momento se es consciente del calado del asunto.